Cálida bienvenida


Rotura tras rotura, acabó tan lleno de agujeros como un colador. El jersey de lana viejo parecía  una red de pesca  y no una prenda de abrigo.

Cuando su barriga estaba a punto de estallar, la protuberancia marcada por su ombligo parecía asomarse al balcón de la vida.

Su hijo nació una fresca noche primaveral y ese atuendo raído le dio calor y esperanza.

Ganadora Radio Castellón Cadena Ser: Semana del 7 al 11 de enero de 2013

Mi felicidad se ha visto incrementada tras conocer que esta semana  soy la  ganadora del concurso de microrrelatos de Radio Castellón Cadena Ser.  La frase inspiradora era: «Me propongo ser feliz». Cuatro palabras capaces de arrasar cualquier sombra de tristeza.

Como siempre, sigo pensando que soy afortunada al resultar seleccionada entre tantos microrrelatos. Insisto, sé que son muchos y muy buenos los escritores que allí participan.

Si os apetece leer el micro desde la web, podéis verlo vosotros mismos en www.radiocastellon.com, en la sección Participa, en el apartado microrrelatos ganadores.


Si preferís escuchar el programa, está disponible en la sección Audio. Ha sido emitido el día 11 de enero, en Hoy por hoy. La lectura se realizó en los últimos cinco minutos.

Para los que, pese a todo, prefieran leerlo en el blog, lo escribo a continuación:

 
 
«¿Qué es la felicidad? Un estado de plácida locura que disecciona tu cerebro transformando la realidad. Un calor reconfortante que te ayuda a despegar. Un eco de risas dormidas  a  punto de estallar. La suavidad de una caricia dispuesta a continuar.
¿Hacemos el amor? Hoy, me propongo ser feliz.»
 
 
 
La frase de la próxima semana es: «a punto de estallar».
¿Te animas a participar? Es fácil.
Entra en la sección Participa, en el apartado microrrelatos, rellena tus datos y envíalo.
Gracias por estar ahí y seguir leyéndome.

Propósitos de Año Nuevo


Este año me propongo…  hacer las paces conmigo misma.

 No pienso hacer ningún régimen de efecto milagroso, ni apuntarme tres días  al gimnasio. Se acabó desear  tallas imposibles  y controlar la materia grasa quemando calorías.

No pienso usar potingues para la cara, ni cremas corporales ni perfumes de rosas. Se acabó ocultar las arrugas, andar untada de manteca y oler a floristería.

 Como capricho, haré  dos cursillos nuevos:

-El de alpinismo, para escalar sin miedo las cuestas semanales, y

-El de buceo libre, para apretar  mi cinturón  y aguantar la falta de aire.

Si logro salir ilesa, el próximo año me apunto al  balneario.

 

Nochevieja 2012 - Año Nuevo 2013

Esta nochevieja la hemos pasado nuevamente con los amigos, echándonos unas risas y compartiendo mesa. Yo añadiría, que ha sido una noche inolvidable, de esas que marcan historia.
 
           Un picoteo, unos redondos, un heladito, la coca y los pastissets de Paqui y... a vestirse de cotillón para vivir el momento y brindar con vasos de plástico llenos de cava peleón.
 
           Los técnicos de sonido enchufaron el artefacto que nos haría llegar las imágenes de las campanadas televisadas desde la Puerta del Sol de Madrid. In crescendo iba el jaleo parejo a la emoción del momento, pero se estrellaron nuestras risas al ver que el aparato no funcionaba. Una milésima de segundo bastó para comprender que ni corriendo llegaríamos a la plaza del pueblo para oír en directo el campanario de nuestra iglesia.
 
           Si algo destaca en mi peña, es el derroche de ingenio. Mangas arriba y, cazo en una mano y bandeja de carne en la otra, Tere nos dio las bandejadas como una profesional. Memorable aquel momento en que tragamos las uvas, sin saber si era la cuarta o la sexta y atragantados de tanta risa.
 
           Como nadie se rinde nunca, hubo quien comía uvas mientras tocaba los conectores y, gracias a la divina providencia, aún vimos la última campanada en el pobre televisor.
 
           Para iniciar el nuevo año, dejamos que la cámara hiciese la foto de rigor. Sin fotógrafo tras de ella, salió como salió. Y gracias.
 

 
 
 
 
           Nuestra particular campanera, siguió con la bandejada mientras un click de la cámara inmortalizaba la celebración.
 
           Hubo abrazos, hubo besos, hubo canciones y despedidas. Emocionante, inolvidable, incomparable, diría yo.
 
           No hacen falta salones de gala ni vestidos de etiqueta. Nada mejor que vestir amigos, comer sonrisas y cantar al son de una melodía peculiar.
 
           Echamos de menos a los amigos que no pudieron acompañarnos, por trabajar protegiendo la noche o por cuidar un familiar.  Descorchamos la botella para brindar por todos ellos, por nosotros y por el mundo en general. 
 
           Trescientos sesenta y cinco días nos reciben, con esperanza, con ilusión y energía renovada.       
 
            Allá vamos, 2013, deja ver tu lado bueno, que el resto ya llegará.
 
 
           FELIZ  2013

Operación S.E.P.


    Sentada en la fría silla, observé su indefenso cuerpo y me perdí en mis pensamientos.
    Al menos, el tono rosáceo de los labios ponía una nota de color en su rostro envejecido, pero los pesados párpados parecían dos losas de acero incapaces de accionar el resorte de apertura.
    Las callosas manos estaban plagadas de gruesas venas en reposo que habían resistido el envite del traumático retorno y me atraían como imanes. 
    Vencí la tentación de acercarme para sentir el tacto de su piel gracias a un atisbo de lucidez que me hizo frenar en seco. Un contacto no permitido hubiese contaminado al sujeto y una acción de tal calibre, hubiese supuesto mi ejecución inmediata. 
     Entré en el receptáculo de mi cápsula nutricional tras cumplir mis créditos laborales. Cada día, superado el primer letargo de la fusión extrasensorial, analizaba las causas que provocaron la catástrofe y lamentaba no haber estado allí para evitarla.
    Mis particulares estudios no estaban autorizados por la Comunidad y ello alimentaba una idea que bullía en mi cabeza y bauticé con el nombre de Operación S.E.P. Ser casi humano no significaba serlo y tener un espécimen vivo en la sala de aislamiento resultaba esperanzador. Él era el primer recuperado tras la Glaciación de 2012.
    Observé la vasta llanura blanca que cegaba mis pupilas y ello provocó una contracción involuntaria en mi cuerpo que erizó mis nódulos epidérmicos. Quizás fuese eso lo que los hombres llamaban escalofrío. Sentimiento era lo único que me faltaba.
    Sin más, tras mi descanso obligatorio, regresé a la sede de Arquitectura Biogenética Humana y continúe estudiando sus órganos internos.

 
   El visionado de grafeno, me mostró un adenocarcinoma de decímetro y medio ubicado en el colón ascendente. Me sorprendió que pudiese llegar a viejo un ejemplar defectuoso.
    La sociedad humanoide a la que yo pertenecía, limitaba la vida a treinta ciclos orbitales y no permitía la supervivencia de ningún elemento infecto o con algún tipo de tara. Gestados en la cápsula madre mediante un complicado proceso de carbogénesis biocelular, nuestro aspecto humano permanecía invariable durante toda  nuestra existencia.

  
   Pensar que me encontraba en mi último ciclo orbital, hizo que mi actividad neuronal se acelerase y noté una presión punzante en mi pecho de origen desconocido. Creí empequeñecer extrañamente dentro de mi cuerpo y mi corazón comenzó a latir totalmente desbocado. Sin motivo aparente, esa cadena de reacciones abrió un portal telepático que me conectó con su cerebro.
    La sucesión de imágenes que colapsó mi retina, me hizo comprender que su infancia, su juventud y su etapa adulta no eran más que la punta de un iceberg que guardaba muchos misterios. Su lucha interna contra la enfermedad que lo devoraba y su deseo de vivir, se filtraron a través de los poros de mi piel accionando una señal de socorro.
    Aspiré todo el aire que pude, olvidé las normas, los protocolos y las rutinas y, armada de valor, cogí su mano con las mías. En ese momento, se inició una fusión citoplasmática que nos dejó ensamblados formando una misma persona.
   Noté, por mi menor tamaño, que mis células quedaban acopladas dentro de las suyas. Fue así como perdí mi imagen y adopté la de aquel hombre. Pero en el área encefálica, el mayor tamaño de mis neuronas logró conquistar su territorio.
    En la tibieza de sus entrañas encontré un cobijo agradable y comprobé que su maquinaria, envejecida por el exceso de ciclos orbitales, se encontraba en buen estado pese a la existencia tumoral. Mis células madre repararon su tara y la sanación inesperada energizó nuestra alianza.
    Tanta fuerza renovada conllevó cambios inesperados. Él rejuveneció veinte años y yo envejecí otros tantos. El premio fue sentir un torrente de vida fluyendo por nuestras venas.
    Así, vestida con cuerpo de hombre, me dirigí a la zona restringida donde se encontraba la celda experimental de traslados temporales. Nunca se habían efectuado pruebas con seres vivos pero una ocasión tan perfecta no volvería a presentarse. Me coloqué en el centro exacto del punto de no retorno y señalé una fecha cualquiera del año 2005. Sobra decir que llegamos a tiempo y la Operación S.E.P. concluyó con éxito.