Una vesícula acuosa fue la
causante del descubrimiento. Ni el maquillaje podía borrar de mi cara esa
expresión fatal que incita a la retirada.
Era demasiado pronto y el bar no
tenía libre ni un triste taburete. A pie
de barra, esperé amargada tomando un Martini, con los zapatos colgados del
bolso.
Cuando apareció mi hombre diez, dijo
mirando mis zapatos:
─Vigila tus pies, que hay
cristales por el suelo ─su indiferente mirada despertó mis pensamientos.
Llamó al camarero:
─Paco, ponme una caña. A ver si tengo más suerte con mi cita de las siete.
Eran menos diez. Lo vi claro. Los hombres 10 no
existen. Las rozaduras de zapato así lo demuestran.
Eso te pasó por no hacer caso del consejo del pico cuento anterior, 'Racimos de miedo', que es muy bueno, por cierto. Si no fuera por el "a pie de barra", un micro con puntuación diez. Pero es una manía personal mía. Soy muy anticuado y sólo admito el "a pie de obra", ni a pie de pista, ni de césped ni de barra...
ResponderEliminarQuería rizar el rizo. La frase del concurso de la Ser de Castellón era "vigila tus pies". De ahí el "a pie de barra".
EliminarEn cuanto a manías, no te preocupes, con un notable me apaño.Jajajajaja
Un abrazo.
Yolanda, los hombres y las mujeres diez existen y dejan de serlo en nuestra cabeza y corazón, somos nosotros los que les ponemos notas, seguramente sin conocerlos, pues cuando eso pasa... se resiente la nota.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
PD: ¿Conoces el concurso Esta Noche Te Cuento? Si la respuesta es no, deberías participar, te lo recomiendo. Es un concurso mensual en el que cada mes te proponen un tema. Este mes el fuego.
Sin duda, antes de juzgar debe conocerse a las personas y, una vez conocidas, abstenerse de juzgar. Pero, por desgracia, tenemos la costumbre de imaginar cómo es esa persona que aún no conocemos.Craso error.
EliminarNo, no conozco ese concurso, aunque os lo he visto nombrar en alguna entrada. Puede que algún día me anime y participe, o puede que no. Supongo que mi problema es el escaso Don Tiempo. Ser trabajadora, ama de casa, madre, esposa y aspirante a escritora no da para mucho más.
Gracias por tu recomendación. Un fuerte abrazo.
Un micro de decepción, de esperanza truncada, de ilusiones deshilachadas.
ResponderEliminarBuen trabajo, Yolanda. Muy bien trazado.
Un saludo,
EliminarSiempre con las palabras justas. Gracias, Pedro.
Tus palabras me han sentado tan bien como unas babuchas calentitas cuando tengo rozaduras en los pies.
Un abrazo.
¡Qué bien contada esta historia terminada antes de empezar! Seguramente esperaba demasiado de un desconocido. Se me ocurre pensar que llegando 10 minutos antes a algunos sitios, quizás arruinaríamos alguna historia con futuro.
ResponderEliminarMe gusta mucho.
Un abrazo
Gracias, Nieves. Puede que tengas razón y no valga la pena presentarse antes. Jajajajaja
EliminarUn abrazo.
Muy interesante :)
ResponderEliminar¡Qué sorpresa!Creía que te habías olvidado del mundo de los blogs. Gracias por pasarte y comentar, Luis.
EliminarGuardo muy buen recuerdo del Taller de Narrativa al que fuimos. Y no olvidaré nunca todo lo que aprendí con nuestro profe, David Mateo Escudero. Dale un abrazo de mi parte y otro de parte de Noelia si le ves.
Ya me dirás cuando terminas tu novela. Tengo ganas de leerla. Me gustó ese aperitivo que pusiste en el facebook.
Un beso.
Nada más adecuado que una rozadura de zapato para evaluar lo que tenemos ante la vista: si vale la pena, soportaremos estoicos el dolor, si no, emplearemos el mismo dolor como pretexto de huida rápida.
ResponderEliminarMuy interesante la narración.
Un abrazo.
Muy agudo, Julio. ¡Cuánta razón tienes!
Eliminar¡Ay, madre! La de tonterías que llego a escribir. Jajajajaja
Supongo que mi subconsciente me delata y huye de la seriedad del día a día. Cualquier excusa es buena para olvidar las tensiones del trabajo. Ya ves, hasta una simple rozadura en un zapato imaginario, consiguió que olvidase la cruda realidad.
Un abrazo.