I Certamen Internacional Toledano “Casco Histórico”

Un amigo virtual me ha remitido estas bases del concurso internacional de poesía y narrativa en castellano, cuyo plazo de presentación finaliza el 30 de septiembre de 2012. Están recien salidas del horno, así que aún nos queda bastante tiempo para calentar motores y dejar volar nuestra imaginación. 

Cuanta más gente participemos mejor. Sí, sí, vosotros también, desde México y Argentina o desde otros países. Ánimo, colgad también las bases en vuestro blog y difundidlas por la blogosfera.

En Toledo, están esperando leer muchas obras. Un abrazo a todos.

I Certamen Internacional Toledano “Casco Histórico”


Bases comunes


1- El certamen está destinado a todos aquellos autores/as, que presenten su obra en castellano, sea cual sea su lugar de residencia, o su nacionalidad.


2- La obra habrá de ser original, de tema libre e inédita, no habiendo sido galardonada en ningún otro concurso, ni estar concursando al mismo tiempo en otro certamen. Las modalidades serán Poesía y Narrativa. No se admitirán trabajos presentados por correo electrónico. Se enviaran 4 copias de la obra a:


I Certamen Internacional Toledano “Casco Histórico”.

Apartado de correos 242, 45080 Toledo (España)


3- Los originales se presentarán por el sistema de Seudónimo y Plica. En el exterior de la Plica (sobre cerrado con los datos del autor/a) y en la obra, llevará expuesto el Seudónimo. En el interior de la Plica constará el nombre y apellidos del autor, nacionalidad, domicilio, teléfonos, y correo electrónico. 


4- El plazo de presentación de las obras finalizará el día 30-9-2012. Las obras llegadas después de ese plazo se destruirán. Se admitirán aquellos trabajos franqueados con fecha anterior o igual a esta fecha. Cualquier envío que no cumpla las Bases será anulado. La secretaría de la organización, no mantendrá correspondencia durante el proceso del certamen, ni después. Todas las obras recibidas serán destruidas, de tres días después del fallo.


5- El jurado estará compuesto por personas del ambiente literario dentro del ámbito literario de la ciudad de Toledo. El fallo será inapelable, y ningún Trofeo podrá quedar desierto.


6- La entrega de Trofeos se efectuará en el Circulo del Arte de Toledo, Plaza de San Vicente, 2. El día 30-11-2012, a las 18,30 horas.


7- Los autores/as clasificados hasta el sexto lugar en cada una de las dos modalidades, con residencia en el Estado Español deberán asistir personalmente al acto de entrega de Trofeos. La no asistencia al acto, significará la pérdida del trofeo, que pasará a recaer en el siguiente clasificado.


Bases Específicas


Poesía:


Se presentará un sólo trabajo por autor en formato Din-A 4. El poema tendrá una extensión máxima de 25 versos. Se establece un trofeo para los seis primeros calificados. La editorial Celya editará un libro con los poemas de los 120 primeros clasificados. La secretaría del certamen enviará por correo postal un ejemplar del libro a los 120 primero clasificados gratuito, durante las semanas posteriores al día fallo.


Narrativa:


Se presentará un sólo trabajo por autor en formato Din-A 4, interlineado a doble espacio. La Narración tendrá una extensión máxima 3 folios, por una sola cara. Se establece un trofeo a los seis primeros calificados. La secretaría del certamen imprimirá un libro con las 30 primeras obras clasificadas, enviando por correo postal un ejemplar a los 30 primeros clasificados gratuito, durante las semanas posteriores al día fallo.

Milagro en la Mezquita Azul


 
Seis alminares  provistos de varias ménsulas  recibieron al viajero de Iznik y le dejaron absorto ante tal magnificencia. Las paredes custodiaban miles de tulipanes frescos que dormían el sueño eterno y su corazón latió exultante ante aquel derroche de belleza.  La desnudez de sus pies fue acariciada por cientos de alfombras imperiales, y sus pupilas quedaron atrapadas por una cegadora luz natural que se multiplicaba rompiéndose en miles de guiños de oro y gemas. Embelesado como estaba, quedó atónito al presenciar cómo eclosionaba uno de los huevos de avestruz de una lámpara de cristal. Aquel nuevo visitante le impulsó a gritar: “Milagro”.


Telenovela

Desde que me tocó la lotería me dedico a la vida contemplativa. Cada día, me siento en este banco a observar  la gente que pasa arriba y abajo. Lo que presencio en el parque, me ayuda a conocerles mejor. Cada uno, anda a cuestas con su vida. Unos pensando cómo llegar a fin de mes. Otros, calculando en qué gastar su dinero. Y otros, los menos,  rebosando amor por los cuatro costados. Es como una telenovela en directo.

¿No ves que tengo cosas que hacer? ¡Para una vez que puedo contemplar la vida, vienes tú y la fastidias! Anda, vete, que a ti no te quiero ver, Parca.

Se me escapa una sonrisa


 La primera vez que visité esta casa, el caos me abrió la puerta. La penumbra acampaba en los rincones, una tupida capa de polvo alfombraba  las baldosas del suelo,  las gruesas paredes escondían humedades milenarias y el corral estaba lleno de malas hierbas. Además, como la casa había sido alquilada en la semana de fiestas, también encontramos unas cortinas de plástico negro que colgaban desde el techo y unas tortuosas luces intermitentes en pleno salón comedor. Y, por si no nos había enamorado lo suficiente, al salir, un hermoso collar de telaraña se vino con nosotros. Veinte años después de nuestra  acertada compra, al recordarlo, aún se me escapa una sonrisa.

¡Alto!


Con nuestro mecánico de confianza, acudimos al taller de carretera que me chuleó casi mil euros por reparar un pinchazo. Él  averiguaría qué me habían facturado.

María entró en cólera cuando dijo que las tarifas aplicadas eran correctas.  Cien euros por el desplazamiento con grúa, cien más  por la rueda, cien de mano de obra y…  seiscientos por no denunciar que el pinchazo se produjo al saltarme un control policial.  

Presurosa, María, estampó en mi cabeza su bolso de pedrería.

Sorpresas de Librería

Entré en una Librería, cuando para mi sorpresa una olorosa piel de pomelo cayó sobre mí. Me acerqué al mostrador, sosteniéndola con la punta de los dedos, y le dije al dependiente que debía evitar esas gamberradas. El joven resultó ser el dueño. Se disculpó educadamente y, como agradecimiento, me regaló una novela de vampiros. No era lo que yo buscaba, pero me fui encantada.

                Cuando empecé su lectura, únicamente leí el primer capítulo. Con tanta sangre, me era imposible saborear la historia. Decidí que lo mejor era devolverla y comprarme otra más interesante. Al propietario no pareció importarle y me pidió que eligiese otra, sin coste alguno. Sentí un poco de remordimiento pero, finalmente, accedí.


                Con las vacaciones aplazadas y los turnos alterados, dejé mi lectura diaria aparcada y mis defensas bajo mínimos. Un mes sin leer, era mucho tiempo. Algo romántico me vendría bien.


                Esa sección estaba atiborrada de ejemplares y justo escogí uno del estante superior. Entonces, otra piel de pomelo cayó sobre mí. Esta vez, decidí tirarla en la papelera, sin hacer ningún comentario. Curiosamente, vi que estaba llena de pieles de pomelo y, extrañada, acerqué mi cara. Quedé maravillada al ver unos personajes del tamaño de mi uña, que estaban construyendo algo.

                Mi pose llamó la atención del dueño y vino a preguntarme si me encontraba bien. Ante mi mutismo, acercó también su nariz a la papelera.


                ─¿Qué es esto? ¿De dónde han salido esos hombrecillos? ─preguntó asombrado.

                Al unísono, todos ellos se taparon las orejas. Uno, lanzó al aire un pequeño hilo con un clip atado en su punta y lo enganchó en el borde de la papelera. Reptó hasta arriba y nos miró con cara de pocos amigos. Movía la boca como si nos hablase, pero no podíamos oírlo.


                Como no había nadie más en la librería, el propietario cerró la puerta del local, para evitar fisgones.

                ─Reduce el volumen, creo que nuestra voz les molesta ─apunté susurrando.

                ─Parecen tan humanos como nosotros. Si no fuese porque lo estoy viendo, no lo creería.

                ─¿Y las pieles de pomelo? ¡La papelera está llena!

                ─No sé. Intentemos comunicarnos con ellos. A ver si averiguamos de dónde proceden y qué hacen aquí.

                Mientras hablábamos, una hilera de hombrecillos escaló hasta el teclado del ordenador. Nos llamó la atención verlos por parejas, dando saltos sobre las teclas, como si realizasen algún tipo de baile folklórico. Escribieron un  mensaje.


                Venían del otro lado de la galaxia. Conocían nuestra existencia y sabían mucho sobre nosotros, pero no estaban de visita. No sabían cómo habían llegado a la Tierra ni por qué. Como los más pequeños tenían hambre, un libro de pasta de árbol de pomelo les ofreció unos frutos para comer. Luego, con las pieles, empezaron la construcción de dormitorios para pasar la noche. Nos pidieron que les ayudásemos a regresar.


                Debían ser un centenar, contando hombres, mujeres y niños.

                Los cabecillas eran Lucho y Fénix, el propietario se presentó como Eduardo y yo les dije que me llamaba Teresa.


                Se nos ocurrió abrir todos los libros, por si alguno tenía la puerta de regreso.

                 Tras una hora de intensa búsqueda, estaba agotada. Me senté y cerré los ojos un instante, pero Eduardo se acercó con una sonrisa pícara y me cogió de la mano para que le acompañase. Al abrir El libro de la Selva, una liana cayó desplegada a nuestros pies. Luego, continuó escudriñando libros. Varios títulos de «Novela Romántica» y «Cuentos y Aventuras», nos recibieron llenos de vida.


                En Los Viajes de Gulliver encontró otro hombrecillo perdido. Caminaba desorientado sobre su mano sin percatarse de nada, pero cuando descubrió nuestra presencia, se asustó y cayó de espaldas, sin saber dónde esconderse. Al reunirlo con los demás, se tranquilizó.


                Eduardo abrió de nuevo el libro y metió la mano dentro. En menos de un segundo, desapareció. El cuento se lo había tragado, literalmente. Esa era la puerta.


                Fénix me pidió que los acercase para volver. La angustia se había apoderado de mí pero, los pequeños me hicieron reaccionar. Abrí las palmas de mis manos y esperé que se sentasen sobre ellas, apretujados y felices. El libro mostraba una bella noche estrellada y, desde el margen, fueron cayendo, uno tras otro, por un tobogán surgido de la nada.

                Sentí la tentación de cerrar el libro, salir corriendo y olvidar lo sucedido, pero no fui capaz.

                Temerosa, acerqué mi mano hacia lo desconocido. Algo tiró de mí mientras empequeñecía y una sensación de asfixia atenazaba mi garganta. Llegué a un lugar desconocido. Una mujer vino a mi encuentro y me ofreció un café. Luego, desapareció de mi vista.

                Eduardo vino a buscarme y me contó que él también había tomado el café de la tía de Lucho.  Nuestro encuentro fue eufórico: un abrazo intenso y un beso muy tierno.

                Lucho nos explicó que trabajaba contando «Lectores» y que la gráfica de la Tierra mostraba una  línea vertiginosamente descendente. Un punto rojo, indicaba la fecha de comienzo del declive, justo el día que yo dejé de leer; y un punto verde, indicaba la fecha actual, justo el día que quise volver a leer. También recordó que una fuerza les arrastró hacia la librería para ayudar a unos libros que querían reanimar a la lectora perdida, una tal Teresa. O sea, yo.

                Solución: «Leer todos los días, saboreando la lectura».

***

                ─¿Te encuentras bien? ¿Quieres que llame a un médico? Te has desmayado. Puede que tengas las defensas bajas, a mi hermana le pasa bastante ─me dijo preocupado, con la noche estrellada aún en su mirada.

                ─Estoy bien, gracias. Me llamo Teresa ¿Y tú?

                ─Soy Eduardo, el dueño de esta librería. Mira, Teresa, como veo que te encuentras mejor, te voy a regalar un libro ¿Qué te parece?

                ─¡No será de vampiros!

                ─¡No! Es un clásico: «Los viajes de Gulliver» ¿Te gusta?

                ─Me encanta. Gracias ─contesté tocando su mano.

                ─Perdona, ¿Nos habíamos visto antes?

                Mis nuevas vacaciones empezaban bien. Seguro que un buen zumo de pomelo subiría mis defensas.

Letra pequeña


   T G H J Y B

  J M V C Z L

  F G J N X P

Cuando el oculista me preguntó si veía la letra pequeña,  me lancé a la conquista y acerté las grafías de pura casualidad. ¡Machote que es uno! Hoy me arrepiento de ello. Las cláusulas de este contrato parecen estar escritas con  letra tamaño XXS.