¡Alto!


Con nuestro mecánico de confianza, acudimos al taller de carretera que me chuleó casi mil euros por reparar un pinchazo. Él  averiguaría qué me habían facturado.

María entró en cólera cuando dijo que las tarifas aplicadas eran correctas.  Cien euros por el desplazamiento con grúa, cien más  por la rueda, cien de mano de obra y…  seiscientos por no denunciar que el pinchazo se produjo al saltarme un control policial.  

Presurosa, María, estampó en mi cabeza su bolso de pedrería.

2 comentarios:

  1. Yolanda, muy gracioso este relato. Espero no toparme con un mecánico como este. El despiste salió caro.

    Abrazos.

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  2. Más que un despiste, creo que fue un poco de amnesia beoda.

    Bueno, el micro es un absurdo que raya en la tontería pero, a veces, me apetece escribir cosas así.

    Un abrazo.

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