Soñé que sostenía en mundo entre
mis dedos y unos nudillos lo golpeaban. Vivos y muertos danzaban como motas de
polvo suspendidas en el aire, cayendo desordenados por la superficie.
Doña Paquita paseaba feliz con su
difunto marido, mientras el tío Paco gritaba al cadáver de su adúltera esposa.
Los sentimientos contrapuestos insuflaron
la Tierra, escapó de mi mano y se estrelló contra el
suelo. Sin saber por qué, un hedor de osario
exhumado con tufo de Humanidad invadió mi habitación.
Aquella mañana, tiré las
deportivas al contenedor.
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