Cena 25 aniversario COU La Vall promoción 1984

Veinticinco años tuvieron que pasar para que este reencuentro fuese posible.

        1984-2009

Veinticinco largos años desde nuestro paso por COU, el antiguo curso de orientación universitaria.

Aquel curso nos lanzó hacia el futuro, un futuro ya presente en el que todos andábamos metidos. Fue el curso que nos distanció en el tiempo y nos hizo olvidar muchas caras y nombres que alguna vez fueron importantes en nuestras vidas. Rostros desdibujados con nombre propio, que se quedaron durmiendo con forma de dedicatoria entre las tapas de algún libro.

Cuando alguien del grupo organizador contactó conmigo para comunicarme la cena conmemorativa que estaban preparando y animarme a asistir, recuerdo que tuve serias dudas y decidí contestar que lo tenía que pensar. Quise ponerle cara a la mujer que me había llamado por teléfono, Carmen,  pero fui incapaz de hacerlo en ese momento. El nombre me era vagamente familiar, pero lo tenía ciertamente olvidado.

¿Cómo iba a presentarme a esa cena? Con mi mala memoria para esas cosas, incapaz de recordar muchas caras y muchos nombres, aquello podría resultar incluso desagradable. Si alguien se acercaba a mí para saludarme y yo no me acordaba ni de su nombre, aquello podría resultar un tanto embarazoso y ni tan siquiera  me lo quería plantear.

Me sentía muy distanciada de aquellos compañeros, y aunque algunos de ellos estudiaron Magisterio conmigo y pude compartir tres años más de mi vida con aquellas personas, tras finalizar esos estudios, la posible relación existente desapareció.

Me preguntaba de qué podríamos hablar en una situación como esa. Podría contarles que después de estudiar Magisterio, ante el desolador panorama que se mostraba a los que finalizábamos aquella carrera y no queriendo opositar para una plaza de especialidad diferente a la mía, Ciencias Puras, decidí seguir estudiando. Quizás les contase que realicé estudios de Técnico Especialista en Informática de Gestión y que, por aquel entonces  comencé a trabajar para la administración en la que acualmente trabajo, y de eso ya hace veintiún años. También podría contarles que, aunque nunca lo hubiese imaginado, aquel trabajo me gustó tanto que decidí prepararme a fondo para sacarme aquella plaza y así pasaron tres años más de mi vida. Podría completar esa información curricular contándoles que también terminé dos cursos de Derecho, y seguramente, alguien me preguntaría porqué me quedé ahí y no continué esa carrera, pero entonces tendría que contarle que llegué a matricularme de tercero pero no llegué a presentarme a ninguno de los exámenes, porque los primeros meses de mi embarazo reclamaron toda mi atención. Y con todo eso, ¿Qué les habría contado de mí? Nada. Saber que trabajo, estoy casada y tengo una hija dice bien poco de mí. ¿Era de eso de lo que se iba a hablar en esa cena? Por más vueltas que le daba, cada vez tenía más claro que no me interesaba en absoluto. ¿De qué sirve saber si hoy día eres médico, juez, cirujano, bombero, maestro, profesor o soñador?

Mi postura estaba cada vez más clara, no pensaba ir, aquello no me interesaba. Llamé a una de mis compañeras de COU, Elena, para preguntarle si ella acudiría a aquel evento. No sólo había sido compañera mía en ese curso sino que estudiamos Magisterio juntas y vivimos en un piso compartido durante dos años en Castellón. Muchas habían sido las vivencias compartidas y, desde mi boda, no sabía nada de ella. Lo tenía decidido, si ella iba, yo también iría, aunque sólo fuese por pasar una velada agradable juntas y recordar viejos tiempos. Encontré su teléfono entre papeles olvidados y la llamé inmediatamente. Su voz me resultaba extraña, la pillé en un mal momento y la conversación fue un poco fría. Aunque parecía que le apetecía ir, no me lo aseguró. Aquello me entristeció muchísimo, pero reforzó mi idea de no acudir a aquella cena.

En aquel momento mi vida estaba dedicada al trabajo y la familia, y no tenía contacto con ninguno de aquellos  compañeros. ¿Quién me iba a recordar a mí si yo no era capaz de recordar a la gran mayoría?

Consulté la página web de seguimiento de los acontecimientos concernientes a la cena. Se podía elegir mesa y compañeros con los que pasar una velada agradable. Empecé a reconocer nombres e incluso, dentro de mi desmemoria, recordé alguna de sus caras. Mi marido y mi hija me animaron a asistir, aunque yo me mostraba reticente porque no es nada fácil sacarme de casa si no es para irme de vacaciones. Con los días, a fuerza de insistir, lograron convencerme y anoté mi nombre en una de aquellas mesas. ¿Se apuntará Elena? ¿No se apuntará? Finalmente no lo hizo. Dos años depués sigo sin tener noticias suyas.



Se celebraba el 12 de junio de 2009, como podéis ver muchos fuimos los que acudimos finalmente a la cita. Coincidí en la mesa con diferentes personas que, por algún motivo u otro, habían compartido alguna cosa conmigo. A las nueve de la noche comenzaban las fotografías de grupo, a las tres de la madrugada ninguno de los asistentes había dejado aún la sala. No sólo se habló de la situación laboral de cada uno de los miembros de la mesa, también salieron de nuevo a relucir el simpático, la científica, el intelectual, la romántica, la bailaora, ... De repente, todos habíamos rejuvenecido veinticinco años y seguíamos siendo los mismos de siempre. Fue una sensación maravillosa

Aquella noche inolvidable compartí mesa con diez grandes PERSONAS, y lo digo con mayúsculas porque no puedo decirlo de otro modo. Empezando por la izquierda, sentado a mi lado Jose Vicente Ferreres, Feli Gutierrez, Ilu Hernández, Amparo Agut, Mari Carmen Bau, María José Medina, Tere Fenollosa, Lourdes, Puri Fenollosa y Josep Escrich.

Dos años después aún mantengo el contacto con alguno de ellos y debo decir que, sin pretenderlo, ha venido a mi memoria esta celebración y he vuelto a recordar los buenos momentos pasados junto a mis compañeros de COU.

Curiosamente, sólo Ilu recordó aquella Yolanda paralela, que andaba con su libreta bajo el brazo y combinaba trigonometría, álgebra, física y química con historias, relatos, cartas  y poemas. Para el resto, aquella faceta mía no existía. Ahora, alguno más de ellos la conoce, jajajaja.

Gracias a los organizadores del evento por tener la brillante idea de ofrecer a los asistentes una pegatina con el nombre para que nadie pasara ningún apuro al saludar a un antiguo compañero. Fue una idea excelente. Creo que yo, como mucho, hubiera recordado unos veinte nombres de las cien personas más o menos que acudimos a la cena.


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