La ciudad huele a fiesta y el eco de un repique de campanas renace en tu corazón. Admirado, contemplas el solemne paso del Pregón, y sientes una historia cercana que te embarga de emoción.
La madrugada de la romería te viste de color. Es la caña quien te guía, luciendo la cinta y el rollo. Ansías subir la escalera para poder tocar la campana, luego acampar entre risas y comer longanizas secas.
Las gaiatas se disponen, presumiendo de luz y color y te alcanza el calor humano oculto en cada destello. Sientes que formas parte de la Colla del Sector.
Luces de pólvora iluminan cada día y sones del mundo invaden las calles de la ciudad.
Este año no pudiste venir, pero el próximo no fallarás. Te espero, no te arrepentirás.
Yolanda, a cualquiera que lea este relato y no sea de Castellón, como es mi caso, seguro que le ha parecido como a mí. Es como si hubiese estado en la Magdalena.
ResponderEliminarAlgún año quiero acudir.
Un abrazo grande.
No importa de dónde sea el visitante; cuando llega, es un castellonero más.
ResponderEliminarAsí me sentí la primera vez que acudí a esta ciudad. El acogimiento fue muy bueno y la experiencia, recomendable al 100%.
Desde entonces, siempre que puedo, regreso a las Fiestas de la Magdadena. Sólo unos treinta kilómetros me separan de esta ciudad.
Te gustará su ambiente, seguro.
Un abrazo.