Tomé mi último sorbo de gin
tonic y miré hastiado el reloj. Mi
contacto llegaba tarde. A punto estaba de irme, cuando le vi llegar con la
sonrisa puesta.
─Le gustará la mercancía, no se
preocupe.
Subimos en una tartana destartalada
que corría como un rayo y llegamos a la
casa.
Era morena y tenía unas
redondeces dignas de ser pintadas por el mismísimo Goya. Se me hizo la boca
agua nada más verla.
Comenzó el ritual del corte y, tras
aderezarla, un olor exquisito recorrió la estancia. Ansiaba probar aquel “bocatto di cardinale”.
Cogí los cubiertos pero, antes de dar el primer bocado, sonó el maldito
despertador.
Como siempre, tomé mi vaso de leche de soja y
un sándwich vegetal y me fui a trabajar al Matadero.
Malditas despertadores....llámame sádico, pero ya estaba relamiéndome (la literatura permite cosas que la ley condena) con lo que iba a pasarle a esa musa de Goya. Pero el gin tonic a veces se convierte, como una Cenicienta líquida, en leche de soja...
ResponderEliminarMe hizo sonreír, y no sólo en el final...
Un beso.
Nada mejor que un buen entrecot para superar la alucinación onírica provocada por una hermosa vaca oronda vestida de mujer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Compasión!
ResponderEliminarSino he tenido uno de estos sueños...
Me despierto con un antojo peor que el de una embarazada!
Mucho se ha escrito sobre el mundo de los sueños y su significado, pero yo sigo creyendo que tienen una cara oculta que únicamente puede descubrir el que los ha soñado.
ResponderEliminarComo curiosidad, te diré que en mi estantería figura un libro llamado el Diccionario de los Sueños y que esta preciada posesión fue fruto de un antojo peor que el de una embarazada.
Por cierto, aunque ya han pasado quince años, no recuerdo haber tenido ningún antojo durante mi embarazo, por lo que concluyo que el tema de los antojos también depende de la embarazada.
Un fuerte abrazo.
La alimentación vegetariana del personaje sugiere un sentimiento de culpabilidad o de hastío causado por el trabajo. Quizás fue ésa la misma causa la que lo obligó a despertar. Esas cosas no nos abandonasn ni en los sueños. Me gustó mucho el relato. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Ups! Yo hago ese mismo desayuno y no soy vegetariana.
EliminarLos sueños son como los chicles, uno los estira como quiere hasta que les saca el jugo que les quiere sacar.Quizás mi personaje sí era vegetariano.
Un abrazo.