─ ¡Premio para
el caballero! Traído desde las estrellas
especialmente para usted.
Leí la etiqueta exterior: «Concentrado de estrellas fugaces.
Sus deseos son órdenes».
Ya en casa, abrí la caja. En su interior, un
cuenco demasiado grande para decorar cualquier rincón. «¡Ya podía ser más
pequeño!», pensé. Perplejo, vi cómo empequeñecía.
Un canto de albadas vespertinas atacó mis
oídos desde la calle.
«Julio firma los despidos,
y nos deja el culo al aire,
roba el pan de nuestros hijos
y todo con gran donaire»
y nos deja el culo al aire,
roba el pan de nuestros hijos
y todo con gran donaire»
«Tierra, trágame».
Ése, fue mi último pensamiento.
Yolanda, ¡Muchas gracias por tu disposición a participar y por esta entrada!
ResponderEliminarFue un placer leer tu relato.
A seguir escribiendo.
Abrazos.
Sin duda, el placer fue mío.
EliminarAbrazos,
Hay que tener cuidado con lo que se desea, porque puede ser que se haga realidad. Me gustan las historias llenas de magia y sorpresa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto, puede ser un arma de doble filo. Jajajajaja.
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