Uno
no sabe cuánto se sufre por amor hasta que cae perdidamente enamorado.
La
caída estrepitosa desde el mullido colchón de la nube más alta, había borrado
su sonrisa de un plumazo. Su cara había perdido todo rastro de brillo y sus
ojos se habían apagado.
Cien
horas juntos y montañas de fotos que inmortalizaban miles de momentos, eran
todo el legado de aquella relación maravillosa que había quedado achicharrada
con el calor del verano.
De
golpe, frases como: Te amo, Eres el amor
de mi vida, Juntos para siempre y bla, bla, bla, bla, bla, se convirtieron en clavos que le desgarraron el corazón. Vagaba errante por la casa,
ausente, con la ilusión machacada.
No
podía callar tanta amargura y la soltó de golpe por wassapp, por la mañana, sin
esperar que llegara. La noticia me pilló desprevenida. Fue una jornada dura. Entre
línea y línea, visualizaba ráfagas de aquella breve historia que parecía para
siempre. Temí que aquello fuese el hundimiento del Titánic.
Llegué
a casa dispuesta a escucharla y transmitirle mi cariño. Sabía que estaba
destrozada. Recoger los pedazos y recomponerlos con mucha dosis de amor, era todo cuanto yo
podía hacer.
Sus ojeras delataban cuál había sido su primera reacción: empapelar el suelo de su
habitación con clínex empapados de lágrimas.
Habló sin parar hasta que quedó
vacía, hasta que enmudeció su alma. No había desprecio, reproche u odio en sus
palabras. La abracé como se abraza un
cuerpo frágil y compartí su silencio.
¡Caramba, cuánta tristeza! Al menos, tuvo suerte, al fin y al cabo.Un final precioso. Y me refiero especialmente a la última frase. Me gusta la sutileza de las "cien horas juntos". Amor de adolescencia muy bien sintetizado.
ResponderEliminarGracias Janial. Siempre digo que soy una adolescente atrapada en el interior de un cuerpo adulto y me consta que la adolescencia no siempre es un camino de rosas, aunque supongo que ser madre de una adolescente de dieciséis años también me habrá ayudado un poco a narrar esta historia.
ResponderEliminarYolanda, el desamor que parte el corazón es de las peores experiencias que uno puede padecer a lo largo de la vida, pues en esos momentos te sientes vacío, sobre todo de futuro, o eso piensas, aunque la experiencia luego te da otra perspectiva. Todo se puede superar.
ResponderEliminarMuy bien expresado.
Un abrazo.
PD: Te ha quedado muy bien el cambio de look del blog.
Toda experiencia en la vida, marca un antes y un después. De todo se aprende. Lo único que importa en la historia del desamor es que en algún momento hubo amor.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Nicolás. Un abrazo.
PD: La foto la ha realizado mi hija, aquí en la playa de Chilches/Xilxes, bajo la pasarela. Le diré que te ha gustado.
Nada más que añadir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por la visita, CDG. Un abrazo.
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