Rotura tras rotura, acabó tan
lleno de agujeros como un colador. El jersey de lana viejo parecía una red de pesca y no una prenda de abrigo.
Cuando su barriga estaba a punto de estallar, la protuberancia marcada por su ombligo parecía asomarse al balcón de la vida.
Cuando su barriga estaba a punto de estallar, la protuberancia marcada por su ombligo parecía asomarse al balcón de la vida.
Su hijo nació una fresca noche
primaveral y ese atuendo raído le dio calor y esperanza.
Una pieza que deja en el lector un golpe de ternura amarga, Yolanda. Es posible que la situación que nos toca vivir nos exacerbe nuestros sentires.
ResponderEliminarUn abrazo,
Cuando la vida golpea, siempre cabe la posibilidad de ver su lado hermoso.
EliminarUn abrazo, Pedro.
En los límites de la poesía social. Magnífico.
ResponderEliminarRozar los límites de la poesía social es todo un logro.
EliminarGracias por tan hermosas palabras, Janial.
Un texto que induce la imaginación y, por tanto, cuenta mucho más de lo que está escrito. Gracias por compartirlo, Yolanda.
ResponderEliminarGracias Julio. Lo fascinante de los micros es que pueden dar pie a imaginar muchas cosas.
EliminarUna vez dije que "Para mí un micro es como la manzana de Adan y Eva. Le das un mordisco y nace una nueva historia". Una tentación difícil de esquivar.
Yolanda, un relato de esperanza que siempre da el nacimiento de un niño, y será cierto eso de que vienen con un pan debajo del brazo.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo.
PD: Necesito enviarte un email, si puedes pasarte por mi rincón y dejarme tu dirección electrónica.
Me alegra que te gustase, Nicolás.
EliminarHe pasado por tu rincón y no sé dónde dejarte mi dirección de correo electrónico. Te la dejo aquí.
yalmansa2@hotmail.com
Un abrazo.